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My World

martes, octubre 25, 2005 a las 4:54 p. m.

Súbete al Tren

La vida te enseña a obedecer. A dejar la revolución idealista y a pensar en lo terrenal. A vivir en el ciclo, al ritmo de la rueda, al ritmo del reloj. Aunque a veces me quedo atrás, siento avanzar un poco mas de lo que solía...
La vida te enseña a ocupar un lugar más, a ser un número de la lista, a ser una cabeza del espacio, a ser nada más que un punto en el mapa, un dedo en el voto, una firma en la decisión. Te enseña a desconfiar. A sólo entregar una mano, pues la otra afirma la caída. Es un respaldo, una ayuda.
En mi, la vuelta del entorno, del medio, del espacio, provocó un recelo, un arrepentimiento. Un sólo decir y callar. Un mirar sin juzgar. Un abrazo sin beso. Un dar y no recibir. Un frío en la espalda que procuras no sentir. Una balanza desequilibrada.
En mi la vida hizo nacer el espiritualismo, la mirada hacia lo alto, el conocimiento de la luz, cegadora, pero alcanzable. Me enseño a ser formal. A dar un saludo fraterno cuando sólo quieres escupir en la cara de aquel. A mirar con ojos penetrantes, sin decir una palabra, a quien te hiere. A sólo absorber y transmutar, y mirar a tu alrededor, y difundir paz, que quizás no está en tu interior, pero que es lo necesario para el Gran Cambio...
A mi la vida me hizo tocar lo mas profundo, sacar un pedazo y cargarlo en la espalda, a la espera de que cada día caiga un grano de arena, y mi carga infernal sea más suave, más liviana, más delicada. A subir lentamente la escalera de la evolución y llegar al fin del proceso, sin mirar lo duro que resulta.
La vida me enseño a escapar. A tomar mi propio tren y mantener las puertas abiertas a quien quiera unirse, y los que están en el camino, serán aceptados en el tren, en el tren de la verdad. De lo peor y lo mejor. Sólo un tren especial que llena corazones y vacía almas, que enciende estrellas y apaga luces. El tren que se arma al andar, al caminar, al mirar el fin de la ruta, que no tiene tiempo ni lugar, sólo sueños, magia, vida eterna.
La vida me enseño a no mirar atrás, pero a detenerme a repasar. A integrar mis sentidos, a esperar luces, que no existen. A mirar y saber. A percibir en los ojos el dolor ajeno, el amor intenso e infinito.
La vida me da la visión de un niño, explicada con la experiencia del sabio, aunque no lo soy. Sé que sólo sé lo justo, y no enseño a quien no quiere. ¿Para quién canto sino para quien me escucha? Para quien sabe oír el cantar de mis letras. De mi sonido renaciente, que vuelve a respirar una vez mas, bajo la lluvia de fuego del medio, bajo la abrumadora barricada de burbujas, bajo el oscuro amanecer de la noche.
Bajo la sabanas sólo un cuerpo que se lanza al infinito, que espera en vano pasar la barrera. Mirar la frontera entre el día y la noche. El punto medio de las imágenes transparentes, que desea un alma de radiación positiva.
Y hoy que estoy entre volver y no volver, entre comenzar y a punto de terminar, siento una muerte, que provoca nacimiento de vida, de ganas, de posibilidad y poder, del verbo poder, y por fin veo tus manos que emergen de la nada, que abren en 180º y claman en ayuda. Yo no esperaba a nadie, pero mi tren se detuvo y te esperó. Te invito a subir, a llegar y viajar. A formar parte del viaje. Toma tus sentimientos, tus temores, tus defectos, tu risa y tu abrazo, ponlo en la maleta y sube al gran viaje de la amistad. Ya no eres un número ni una cabeza más, eres un ser, que nace y siente y que esta bienvenido al tren.
¡No temas! Al tren no le falta combustible. Se alimenta de energía y fidelidad, y no tiene capacidad máxima, es un tren infinito, eterno. Te invito. Sube y forma parte del club de los viajantes.
Tu ayuda, tu constancia, tu entrega y afecto, compraron el boleto de primera clase, que te tiene dentro de la mejor clase que viaja. Sólo procura viajar y no cansarte de recorrer y estar dentro de este agradable tren.
Gracias por estar ahí. Por un afecto maravilloso que se acerca sin pedido...

martes, octubre 18, 2005 a las 6:04 p. m.

Feo

- Me encuentro tan feo.
- Pero eso no importa.
- Claro que importa. Me cargan mis orejas, labios, nariz y mi sobrepeso evidente. Lo único que resalto es mi pelo siempre limpio y brillante y mis dientes blancos.
- Pero si lo de afuero no es lo que interesa. Lo que vale es lo de adentro.
- ¿Y qué hay adentro?
- …
- ¿No sabes qué hay o qué responder?
- …


Y estaba hablando conmigo mismo.

Querían que fuera el Rey de la Alianza por la semana de la carrera. Ahora entenderán por qué les dije que no.

Saludos a Beatiful Stranger que anda igual de desconectado que yo!

martes, octubre 11, 2005 a las 12:50 p. m.

Alergia Primaveral

En verano se habla de un loco amor de verano. En otoño se dice que el amor cae como las hojas de los árboles. En invierno no llueve pero gotea. Y en primavera el amor se siente en el aire.

La primavera llegó hace algunos días y creo que ya se sienten los primeros estragos: las flores están creciendo de a poco, se siente un extraño hedor en el aire (amor), la gente anda más amable, el sol poco a poco empieza a brillar con más fuerza, se ocupa menos ropa y más colorinche.
Creo que la primavera es una buena estación. Es justo la transición entre el bodrio (invierno) y el jolgorio (verano). Pero la primavera trae consigo consecuencias que no me gustan; se siente el amor en el aire y todos están buscando a algún special one, para que sea su Amor Primaveral.
Personalmente es algo que quiero evitar. No es que sea un solitario y no quiera que nadie se me acerque, ni nada de eso. Es que no me quiero alergiar (si es que existe esa palabra) con la primavera. No quiero sentir las mariposas que se juntan, mezclan y revolotean en el estómago, después de haber abandonado su capullo durante su hibernación. No quiero sentir ese polen que te lleva a lugares donde todo se basa en el amor.
Creo que en esta época, de cierta forma, con nuestra vestimenta colorida, intentamos atraer al sexo opuesto (o mismo sexo en algunos casos). Es como la etapa de apareamiento de algunos animales: mostramos lo mejor de nosotros para que ese que está enfrente, se fije en lo bueno que tenemos. Y hay que decirlo… creo que todos andan (andamos) en las mismas.
Debe ser por que la primavera insta a cambiar un poco. A guardar esos grandes impermeables que usamos durante todo el invierno (que desvían la mirada de cualquier persona que se quiera fijar en nosotros) para cambiar por una vestimenta digna del mejor festival. Porque después de todo, lo que buscamos, es encontrar a alguien a quien poder regalar una bella docena de rosas, que en esta tiempo son tan lindas y abundantes.
Hace unos días, cuando conocí a alguien, empecé a sentir ese hedor primaveral (amor). No lo sentía desde hace mucho tiempo. Creo que desde que despaché a un personaje hace algunos post. Pero mi instinto animal-humano, me hizo repeler a esa persona que se intentaba acercar a mi (¿o yo a esa persona? No lo sé). Con el mejor desodorante ambiental que encontré, intenté neutralizar ese olor que sentía. Quise, de cierta forma, mitigar lo que se venía en el aire. Quise que la alergia primaveral, la cual conozco bien, no fuera una de las causas por la que me sienta mal (anímica-emocional-mentalmente hablando) durante esta estación. Simplemente quiero evitarme todas esas cosas que viene con la alergia: estornudos sentimentales, lágrimas pasionales, etc.
Si. La primavera trae consigo la alergia primaveral. Hay vez tú si quieres que la alergia llegue a ti. Por lo pronto, yo estoy tratando de evitarla cada momento. La verdad, ya no quiero nada que empiece con falling in love with a… nada de eso.
Pensándolo bien, quizás me equivoque. Tal vez hubiese sido un lindo amor primaveral. De eso que se recuerdan durante todo la vida. Pero muchos factores jugaban en contra: distancia… creo que eso era lo único en contra.
Si. Analice la situación. No iba a decirle que no a la alergia primaveral de forma tan facil.
Después de todo hay que enamorarse y lo repito, tal vez me equivoqué. Pero no tengo ganas de averiguarlo. Prefiero pensar que iba a salir mal. Ley de Murphy, llamémoslo como quiera.
Simplemente esta no es mi Primavera. Quizás si la próxima.