Y es que para mí el tema de la cocina es complicado: no nos llevamos bien y mientras más lejos el uno del otro, es mejor.
Prefiero hacer lo menos posible el almuerzo con mis propias manos, porque no es muy sabroso comer casi todos los días el mismo menú, ya que más allá de unos fideos recosidos, de un puré aguado, o de un arroz al borde de la quemazón, es poco lo que sé hacer.
Me doy cuenta de que nunca podré enamorar a alguien por la comida, es más, creo que es lo más mata-pasiones que hay en mí, porque cuando invito a alguien a comer a la casa, es siempre el comensal el que cocina y yo me limito a poner la mesa e ir a comprar la bebida. Simplemente no sé cocinar.
El año pasado era distinto, de lunes a viernes una señora regordeta me preparaba un menú como el de cualquier casa, que incluían legumbres, cazuelas y otras comidas típicas de familia chilena. El fin de semana, que nadie me cocinaba, generalmente comía en el Mall o me atrevía a preparar algo decente, que al menos aliviaba el hambre.
Pero este año es distinto, ahora que vivo con una amiga (que es igual de hija de mamá que yo), la hora del almuerzo se vuelve un problema. Recurrimos a lo básico, y mis manos culinarias poco experimentadas, intentan realizar algún plato digno de ser digerido. No es mucho lo que obtenemos: arroz con tomate y palta, puré con huevos, o fideos con salsa, pero al menos mi amiga siempre dice: "esta rico el almuerzo". No le queda otra, si no alaba lo poco y nada que sé hacer, lo tiene que preparar ella.
Ahora estamos descubriendo el mundo de las comidas instantáneas, nada mejor que una sopa que se hace en el microondas, o esos fideos tres minutos, o las comidas congeladas, que aunque sean puros transgénicos, igual ayudan a variar el menú diario.
Hace unos días pensé que tomando una receta por Internet podía hacer unos simples panqueques. El reto era sencillo y hasta conocido, más de alguna vez vi a mamá preparar panqueques. Ilusamente creí que sería fácil y que a la hora de las onces estaría comiendo unos ricos panqueques rellenos con manjar. Seguí las instrucciones al pie de la letra: harina, leche, huevos y agua. Todo mezclado debía dar una masa no muy espesa. Pero los problemas empezaron desde el principio, desde que comencé a batir la mezcla: saltó por todos lados y dejé la cocina inmunda. Pero no me importo y seguí con el pseudo intento gastronómico. Ya cuando tuve una masa, que según yo, parecía de panqueques, puse un poco sobre el sartén. Cuento corto: no se hicieron nunca, aunque intente más de tres veces con el sartén, se quemaron y la masa como que ni parecía de panqueques. ¡Un fiasco! Tuve que botar una fuente llena de una mezcla que vaya a saber Dios para que sirviese, pero para panqueques no.
Así que nunca esperen que los invite a comer a la casa, aunque si ustedes quieren cocinar, bienvenidos sean.
Ahora me estoy abocando a buscar a alguien que me cocine a diario, y no es exactamente una nana lo que estoy buscando.
PD: Feliz Cumpleaños Beautiful Stranger. ¡Ya estás en los locos años veinte!