Tragedia.
María Olga es una mujer encantadora. Especialmente la parte que se llama Olga. Se casó con un mocetón grande y fornido, un poco torpe, lleno de ideas honoríficas, reglamentadas como árboles de paseo.
Pero la parte que ella casó era su parte que se llamaba María. Su parte Olga permanecía soltera y tomó un amante que vivía en adoración ante sus ojos. Ella no podía comprender que su marido se enfureciera y le reprochara infidelidad. María era fiel. ¿Qué tenía él que meterse con Olga?
Ella no comprendía que él no comprendiera. María cumplía con su deber, la parte Olga adoraba a su amante. ¿Era ella culpable de tener un nombre doble y de las consecuencias que esto puede traer consigo?
Así, cuando el marido cogió el revólver, ella abrió los ojos enormes, no asustados, sino llenos de asombro, por no poder comprender un gesto tan absurdo.
Pero sucedió que el marido se equivocó y mató a María, a la parte suya, en vez de matar a la otra. Olga continuó viviendo en brazos de su amante, y creo que aún sigue feliz, muy feliz, sintiendo sólo que es un poco zurda.
Vicente Huidobro.
¿Somos culpables de tener un doble nombre y de las consecuencias que puede traer consigo? Creo que no.
Cuando leí este cuento, que me envió una amiga hace algún tiempo, me hizo pensar en los nombres, apodos, nicks y demases que poseo. Para mi sorpresa me di cuenta de que tengo al menos cinco, cada uno de ellos con una personalidad distinta, con intereses diferentes y muy disparejos unos con otros. En el próximo post, les enseño cada uno de ellos.
Chau!
PD1: Lo sé, he estado más que perdido, pero prometo pronto ponerme al día con sus blogs.
PD2: En menos de un mes conocí a dos amigos bloggeros: a
Stf-, en un fiesta de Placebo en la Casona, y a
Beatiful Stranger, que me vio disfrazado de Boy Scout atacado por un oso. Saludos para ellos.
PD3: Mi amiga se llama Olga, no María.
PD4: Y usted ¿Tiene dobles nombres?
PD5: Saludos a todos y sería…