Pensé en despertarme temprano y quedar bien con los amigos de mi Soulmate. A veces caigo tan mal, aunque ni siquiera conversen conmigo. Caigo mala de presencia, como se dice. La primera impresión que toman de mí siempre es mala. Así que, para evitar malas ondas, quise levantarme y esperar a mi Soulmate con un gran almuerzo para ella y sus amigos. No lo logré, el sueño fue más fuerte (como siempre) y seguí postrado en cama, durmiendo, hasta que mi Soulmate me despertó, cuando llegó a la casa con sus amigos. Y ya era mediodía.
Salí de la pieza, procurando que no me vieran con cara de recién-desperté. Me metí a la ducha y me bañé.
Saludé con la mejor cara a los amigos de mi Soulmate. Una se llamaba… no me acuerdo, pero le decían “Trewer” y el otro era el Jorge o “Jolo”. Super buena onda ellos, me cayeron más que bien.
Fue en ese rato en que mi Soulmate me invita a clases con ella. A clase de Anatomía. Como son casi setenta en la sala, nadie iba a notar mi presencia. Por lo que decidí ir. Además Chiva también tenía clases y me iba a quedar solo en el departamento.
No me había dado ni cuenta y en Santiago esta lloviendo. Potente, al menos para mí, que en Calama caen dos gotas y es aluvión, con damnificados y toda la cuatica. La dura!
No tenía paraguas. Mi Soulmate y sus amigos estaban preparados. Me tuve que poner mi chaqueta J.lo (¿o será Fat Joe?) para no mojarme tanto.
Llegamos a la clase quince minutos antes y ya todos estaban instalados, por lo que tuvimos que sentarnos atrás, muy atrás. Aprendí que existen huesos largos, cortos, planos, irregulares y otro más que no me acuerdo el nombre. Aprendía también qué es una posición anatómica y eso fue todo, porque me empecé a aburrir y deje de prestar atención a la clase. Me puse a mirar a las personas y a jotear un rato, para no aburrirme.
Terminó la clase y me fui para el departamento, porque no podía ir al Laboratorio de Anatomía, que era la clase siguiente que tenía mi Soulmate, porque iban a dividir unos grupos y tenía que tener delantal de “carnicero” como le llaman ellos. Me fui al departamento y en el camino me compré unas papas fritas, porque no había almorzado. Llegando al departamento, pasando por donde esta la piscina, pisé el pasto y me saqué la cresta. LA CRESTA!. Todo mi lindo jeans quedó de color chocolate, como le paso una vez a Lemon. Bueh… con dignidad me pare, si mirar atrás por si alguien me había visto, y me subí al ascensor y me fui al departamento. Me cambie el jeans sucio, alisté mi maleta y me comí las papas mientras veía tele. Me puse a pensar en que era mi ultimo día y que quizás no veía a mi Soulmate hasta Diciembre o Enero. Bueh, es el precio que se paga no más, por ser todo en Chile tan centralizado.
Llegó Chiva como a las 7 y mi Soulmate al rato después. Nos pusimos a ver tele y comimos algo rico. Mi pasaje estaba confirmado para las 11 de la noche, tenía aún tiempo para disfrutar de Santiago. Me puse a escuchar la canción que siempre recordaré como la de mi viaje por Santiago: “The Girl of Ipanema” de Frank Sinatra. La cantaba una y otra vez, como si al cantarla siéntese que no me iba a ir, pero era algo inevitable, ya había faltado a clases hoy en la mañana y no me podía dar el lujo de faltar de nuevo. Tall, (and) tan, (and) young, (and) lovely/The girl from Ipanema goes walking/And when she passes, I smile - but she doesn’t see (doesn’t see), me repetía una y otra vez, para recordar este viajecito siempre.
A las diez y algo, le dije chao a Chiva. Nos fuimos al Metro con mi Soulmate. Mi travesía ya llegaba a su fin. Nos fumamos unos cigarros mientras esperábamos el bus. Pero mi Soulmate se fue antes, para no perder el Metro. Nos abrazmos y besamos, prometiéndonos que pronto nos veríamos de nuevo.
Me quedé solo en el Terminal San Borja, esperando que llegue mi bus. Me compre una Coca-Light y esperé con paciencia a que el bus arribara. Cuando llegó, me subí de forma inmediata. Saque mi libro y empecé a leer. Después empecé a pensar, a evaluar el viaje. Solo buenos resultados obtenía. Fue bueno este viaje, lo necesitaba.
Tuve la suerte de no tener compañero de asiento, por lo que me fui más relajado.
A las seis de la mañana, del día miércoles, ya había llegado a La Serena. Tomé un taxi para que me llevara a la pensión. Me fui a mi pieza y me acosté a dormir, tenía clases a las once, por lo que me quedaba tiempo para descansar. Ya en la cama, extrañe a mi Soulmate a mi lado, pero bueh… ya vendrán otros viajes y volveremos a estar juntos. Porque como dice Brian Molko de Placebo “Soulmates Never Die”.